Se fue Windows XP y muchas grandes empresas recién ahora se enteraron. Parece que todos los esfuerzos de Microsoft para dar a conocer el fin de soporte de Windows XP hicieron mella en las grandes empresas. Analicemos un poco el motivo.
2 años anunciando el fin del soporte de Windows XP y fueron muy pocas las empresas que hicieron algo al respecto. Hoy les toca correr.
¿Porqué nadie hizo nada?, ¿porqué dejaron de lado un proyecto que afecta a todos los usuarios finales?.
Procrastinaron, y mucho.
El mismo día en que Microsoft retira el sistema operativo me encuentro analizando la viabilidad de 4 proyectos de migración a Windows 7 o Windows 8.
Es cierto que un proyecto de migración de sistemas operativos en los puestos de trabajo de los usuarios no es el proyecto más “sexy” que un gerente de tecnología quiera enfrentar.
No importa si la empresa tiene 300 o 3000 puestos de trabajo para migrar. Cualquier proyecto relacionado con usuarios finales es un proyecto sensible. Que deber hacerse con tiempo, bastante tiempo.
Principalmente creo que el motivo por el cual muchas empresas aún siguen, y seguirán por algún tiempo, estancadas en Windows XP es la falta de un plan estratégico de TI.
Este plan debe definir claramente cuales son los proyectos más importantes de la organización para los siguientes 3 a 5 años. Contando con este plan ningún gerente de TI se hubiese encontrado en esta situación.
Este plan no solamente tiene como objetivó listar los proyectos que se ejecutarán a futuro, sino que también permitirá ajustar los presupuestos anuales de TI.
Si tenemos un plan y un presupuesto asignado al mismo no veo el motivo por el cual no ejecutar los proyectos.
Además de no contar con el presupuesto adecuado el otro problema que existe es que ningún gerente de tecnología se siente tentado a encarar un proyecto de este estilo por iniciativa personal.
Gran parte de la decisión de Microsoft de acabar con el soporte de Windows XP se debe justamente a esto. Todo el mundo están muy conforme con el sistema operativo y no veía la necesidad de cambiarlo.
Mientras no les impusieran una obsolescencia programada nadie iba a tomar la iniciativa.
Las empresas deberán trabajar en un plan de obsolescencia tecnológica por fuera a lo que imponga el fabricante del software. De esta forma tendrá siempre el control de la situación.
Al día de hoy el principal problema no es que Windows XP se quede sin soporte, la interface de Windows 7 o Windows 8 distintas a las anteriores. Tampoco lo es el hardware incompatible.
El principal problema que las empresas deberán enfrentar para un correcto despliegue de los nuevos sistemas operativos son las aplicaciones que corren en los puestos de trabajo.
Ya sean los desarrollados por terceros o los desarrollados internamente. Es aquí donde el gran problema persiste. No declarar la obsolescencia de los aplicativos provoca que realizar una migración ordenada no tenga lugar en las organizaciones grandes.
Muy pocas empresas grandes dieron el paso necesario algunos años antes del fin del soporte del sistema operativo. Estas son las que hoy están ejecutando otro tipo de proyectos de forma organizada y controlada.
El resto tendrá algunos meses duros por delante. Esperemos que el resto haya aprendido la lección.
Foto: Procrastination
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