En el proceso de selección de una tecnología a implementar en una organización se encuentran varios pasos de filtro que permitirían a una empresa tomar la decisión que se ajuste a las necesidades reales de la misma.
Debido a cambios generacionales cada vez son más las organizaciones que analizan el software de código abierto incluso cuando sus presupuestos tranquilamente pueden cubrir los costos de adquisición e implementación de tecnologías de código cerrado.
Ver también: ¿Software de código abierto o cerrado?, una mirada a 5 años.
Históricamente las organizaciones con grandes presupuestos se inclinaban al software de código cerrado. Es más, para muchos es normal pensar que con una billetera abultada la decisión es simple y se descarta el software de código abierto.
Hoy cada vez son más las empresas que, incluso contando con el presupuesto, se inclinan a la libertad de poder “tocar” el código fuente de las aplicaciones o servicios que prestan a sus usuarios al final del día.
Este movimiento puede observarse mucho en ambientes estatales o gubernamentales pero poco a poco los privados también están inclinando la balanza.
Sin importar cual sea la decisión hay dos factores clave que hoy en día, dependiendo de la organización, tienen peso propio en la balanza.
Si, adivinaron Tiempo y dinero.
En opinión generalizada el software de código cerrado es más simple de implementar, requiere menos personas involucradas en el despliegue y se pueden obtener buenos resultados.
Esto nos da una menor inversión en tiempo pero en casi todos los casos hay que desembolsar algunos billetes. Ideal para empresas privadas que buscan minimizar la cantidad de personal involucrado en un proyecto pero que están dispuestos a invertir dinero.
Hay casos donde privados ponen al software open source como primera opción, pero son los menos y generalmente son empresas ligadas al mundo de los servicios de internet.
Por el otro lado el software open source requiere de mayor personal para implementarlo, generalmente con conocimientos específicos, pero que no requiere una inversión en dinero.
Es por esto que las organizaciones gubernamentales las cuales cuentan con una buena cantidad de personal y con tiempo disponible se inclinan más al software de código abierto.
La balanza donde de un lado tenemos tiempo y del otro dinero decide su rumbo de acuerdo a donde estemos trabajando.
Es por esto que no es trivial para las organizaciones tomar una decisión. Para los privados cuando las finanzas está bien no se discute pero cuando una crisis encuentra una brecha siempre se plantea la decisión del software de código abierto.
El problema es que por más que no se gaste dinero en la inversión inicial de compra del software el dinero se gastará en sueldos de quienes implementen la solución o en los servicios de una empresa que lo haga por nosotros.
Para algunos fundamentalistas, que cuentan con tiempo y dinero, la decisión de el software código cerrado no es una opción pero la realidad es que son los menos.
Es por esto que al momento de decidirse por el software open source no debe dejarse de lado el peso del tiempo de implementación que tomará la puesta en marcha del mismo.
No estoy buscando discutir sobre tener o no el respaldo de un fabricante ni de cuales son los pros y contras entre uno y otro.
Simplemente es comprender los desafíos que plantea el TCO de una solución de software.
Quienes me conocen saben que el software de código abierto es siempre de mi agrado, por las posibilidades que el mismo plantea e incluso por lo romántico de la idea.
Pero no por esto me ciego pensando que por no pagar licencias de software las cosas van a ser simples o directas. En muchos casos es todo lo opuesto y esto se traduce en dinero.
¿Y vos que pensás? ¿cómo es tu balanza de tiempo o dinero a la hora de elegir software?.
Foto: Time is Money
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